Como la buena cocina tradicional, estos buenos ingredientes de espacio cálido y tradicional, un buen hacer con alma y corazón detrás de la barra y una clientela agradecida que tiene aquí su casa o ese espacio de encuentro con los conocidos y no tan conocidos dan como resultado el especial ambiente que respira éste bar. Donde puedes encontrarte a clientes de generaciones muy diferentes unidos entorno a una sola mesa a la hora del almuerzo compartiendo conversación, bromas y risas. O la energía del aficionado al fútbol que comparte ese momento con los demás asistentes mientras el partido se proyecta en la gran pantalla en mitad del local. Así como también horas tranquilas entorno a sus mesas de madera donde podrás disfrutar de un buen café en cualquier momento del día.
Su amplio aparcamiento por el parador de camioneros que un día fue, lo hacen un punto de fácil acceso para cualquier tipo de vehículo. Y su amplia terraza abierta en verano y resguardada del frio y el viento en invierno se convierte en el espacio más frecuentado de todo el local a cualquier hora del día y del año.
El local, dónde la cálida madera es el elemento predominante, destaca por su ambiente acogedor y hogareño. Donde el poso de la historia del lugar se une a los detalles de la vida diaria, sencilla y amable de un bar de pueblo que acoge a todo aquel que aquí se acerca. Abierto desde las siete de la mañana hasta más allá del anochecer es un lugar de puertas abiertas para el turista de paso, el viajero asiduo o el vecino del pueblo.